Tu voz se me pierde en rincones de olvido…
Tu mirada retorna con humedad y nostalgia…
Trato de llamar a la prudencia pero no puedo evitar romperme, no puedo evitar caminar deshecho hacia horizontes de pupilas negras, enfrentando la necesidad de perdonar al deseo de ser culpable…
Sometido a la rítmica del hastío y la costumbre…
Arrastrado por la marea amarga del tiempo y la caducidad…
Presentando batalla a la tibieza falsa de tu piel, a la mentira que asecha entre tus pies de barro…
Sin embargo tu evanescencia significa para mí la eternidad…
Y caigo una y otra vez en recordar tu olvido y perdonar tu ausencia…
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